18 de noviembre de 2007

Los efectos del TLC en el cine mexicano

Por Víctor Ugalde (publicado en INFODAC Nº 66)

Treinta y ocho películas de largometraje se filmaron en el 2004. La cifra más alta de los últimos diez años. En el lejano 1994 alcanzamos por última vez una producción cercana a 46 cintas. A partir de ahí vino la debacle con la entrada en vigor del TLCAN. Del total producido el año pasado, veintiséis filmes recibieron apoyo gubernamental para su realización y sólo doce se filmaron de manera independiente o con capital privado exclusivamente.

Con lo realizado el año pasado se suman 102 largometrajes en los primeros cuatro años de este sexenio, cifra que supera con cinco los 97 largos que se filmaron en todo el sexenio del presidente Ernesto Zedillo. Sí, leyó usted bien, en sólo cuatro años se han realizado más cintas mexicanas que en todo el sexenio anterior, pero el número obtenido deja mucho que desear para las necesidades de expresión de un país con más de ciento cinco millones de habitantes. De estas películas, el 53.92% han recibido apoyo estatal. Las 55 películas filmadas con apoyo gubernamental en este cuatrienio superan también las 54 apoyadas en toda la gestión zedillista y con sólo dos películas que se hagan en el 2005 se superarían las 57 películas realizadas con dineros públicos en la gestión salinista.

Contradicciones del neoliberalismo y la supuesta “globalización” de la economía (léase norteamericanización). Mientras más avanza y el mundo más filmes produce (se realizan más de 4,300 largometrajes al año) más se concentra el control de la producción estadounidense en el mercado nacional y mundial. Por esto, más apoyo necesitan las cinematografías locales para soportar las prácticas oligopólicas de las siete compañías integradas en la Motion Pictures Association (MPA), más conocidas como las majors, que dominan la distribución de cine en todos los países importantes y ahogan las cinematografías locales con prácticas desleales.

PELICULAS MEXICANAS PRODUCIDAS
Capital..................2001..2002...2003...2004...Total...Prom.Anual.......%
Apoyo estatal..........7....... 5........17.......26.....55.........14.............53.92
Independientes.....
14........9.........12......12.....43.........11..............46.07
Total.....................21......14.........29......38....102........25.............100.0
Cuadro elaborado con datos del Instituto Mexicano de Cinematografía.

¿Quién filma y quién no?

Es lugar común que se diga y se repita hasta el cansancio que los únicos que filman son los mismos de siempre. En realidad esta es una mentira o una verdad a medias que no se ajusta plenamente a la nueva realidad.

Hay que destacar que en las condiciones actuales y desde la entrada del TLCAN, filmar y producir en nuestro país es una epopeya para cualquier cineasta y por eso deberíamos aplaudir a cualquier realizador que logra concretar su sueño fílmico. Sobre todo porque los recursos estatales para la producción fílmica, en la década de los noventa, se redujeron año con año en términos reales, ya que aunque se le aumentaba el presupuesto éste siempre era menor a la inflación (salvo en 1997 cuando se erogaron 135 millones de manera extraordinaria para la creación del Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (Foprocine) gracias a la presión ejercida por la comunidad cinematográfica).

¿Quiénes han sido los beneficiarios del incremento de la participación gubernamental?

De entrada, destaca que se ha perdido la época de las grandes y constantes compañías productoras. Época donde los cineastas eran buscados para la realización de una película y los escritores eran solicitados para escribir un guión tras otro. Lejanos están los tiempos cuando Televisa, a través de Videocine en la década de los ochenta, producía 34 filmes en un año y las empresas pertenecientes a la Asociación Mexicana de Productores y Distribuidores de la República Mexicana producían de tres a cuatro cintas al año por empresa.

Ahora las “grandes compañías”, que son muy pocas, coproducen con el gobierno y producen unas cuantas películas al año. Estos son los ejemplos: Videocine en 2004 invirtió en La última noche de Alejandro Gamboa y coprodujo con Argos y Fondo de Inversión y Estímulos al Cine Mexicano (Fidecine) El Malboro y el Cucú de Javier Fox Patrón; Altavista, la filial del grupo Carso, produjo Voces inocentes (Luis Mandoki) y un año antes coprodujo con Videocine y Fidecine Un día sin mexicanos (Sergio Arau) y Club Eutanasia (Agustín Tapia). En tanto, en 2003 Videocine invirtió con el apoyo de Fidecine en Puños rosas (Beto Gómez) y coprodujo Ladies Night (Gabriela Tagliavini) con Argos. Empresas que cuentan con gran respaldo económico pero que por las condiciones injustas recurren a los fondos públicos para mantenerse vigentes y se asocian entre sí para minimizar sus riesgos. La única de las supuestas “grandes” que no recurre a los apoyos estatales es la compañía Anhelo, filial del grupo JVC de Omnilife, que en el 2003 produjo Crónicas (Sebastián Cordero) pero en 2004 no realizó otra.

Las compañías cinematográficas impulsadas por las administraciones pasadas y que tienen una vigencia de más o menos diez años dentro del cine sólo están levantando proyectos cuando logran obtener apoyos gubernamentales. Las más de sus películas son la expresión de los dueños de las compañías y no son, en realidad, productoras con capital propio a la caza de proyectos por realizar. La actividad de estas empresas en los últimos dos años han representado el 25% y el 18.42% de la producción nacional con sus siete películas filmadas anualmente, aunque no fueron las mismas compañías las que trabajaron en el 2003 y en el 2004.

El resto de la producción nacional en este siglo está impulsada por compañías de reciente formación y básicamente son producto del esfuerzo por debutar de jóvenes creadores. Si analizamos la producción de los últimos dos años, en 2003 el 57.14% fue de compañías de reciente creación y el año pasado se incrementó su participación hasta el 73.68%. Para que esto suceda, mucho tiene que ver el impulso de filmar en formatos alternativos como DVDCam, H:8, o digital en múltiples formatos, y un largo etcétera. A esto, agréguenle que se dejaron atrás, las decisiones cupulares y personales y se ha entrado a las decisiones colegiadas de los comités técnicos, con sus fallas y aciertos. En realidad estos consejos o comités técnicos existían desde las administraciones anteriores, pero sus integrantes recibían la información filtrada y previamente conducida. Cuando algunos de sus integrantes objetaba la manipulación, la filtración o los resultados, que en ocasiones incluía proyectos nunca presentados para su dictaminación, simplemente dejaba de ser invitado y apoyado a toda actividad gubernamental. Estos consejos funcionaban como avales sin mucha intervención real.

Actualmente el comité técnico del Fidecine es público y sus integrantes pertenecen a todos los sectores que integran la cadena productiva. En el Foprocine se integran los comités de acuerdo a las convocatorias y sus nombres sólo se conocen al momento de publicar los resultados. Las únicas decisiones directas son las que reciben apoyo de los fondos del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), al que se le venía reduciendo su presupuesto de impulso año con año, aunque para este 2005 posiblemente exista un crecimiento gracias a la voluntad política del poder legislativo.

El resurgimiento de nuestro cine sólo ha sido posible, en los últimos dos años, gracias a la democratización de las decisiones y esto ha generado el debut de 36 directores, 18 por año. La variedad de generaciones que ha encontrado apoyo ha sido enorme, ya que han existido desde operas primas tardías, como las de Corazón de melón (Luis Vélez, 2003), Un día sin mexicanos, y Stranded Sex (Tufic Makhlouf, 2005), hasta debuts de jóvenes egresados del CUEC como Temporada de patos (Fernando Eimbcke, 2004) y Santos peregrinos (Juan Carlos Carrasco, 2004), así como autodidactas como Espinas (Julio César Estrada, 2005), Matando cabos (Alejandro Lozano, 2004) y Tú te lo pierdes (Salim Nayar, 2004), sólo por citar algunos nombres. En 2003, las operas primas representaron el 64.28% del total y el año pasado fue del 47.34%. Los directores de segunda y tercera película, que curiosamente es la cinta que cuesta más trabajo, realizaron en 2003 tres cintas, lo que representó el 10.71%; el año pasado fueron siete, representando el 18.42%.

Los directores de gran trayectoria o que se encuentran en plena madurez sólo representaron siete películas por año, es decir 14 en los últimos dos. Esto representó el 25% en 2003 y su participación se redujo al 18.42% el año pasado. De entre todos el más prolífico ha sido Jaime Humberto Hermosillo, con pocos apoyos estatales, seguido por Felipe Cazals que filmó cada año con apoyos gubernamentales.

Salvo contadas excepciones la mayor parte de las empresas que han filmado películas de cierto nivel han contado con apoyo gubernamental en cualquiera de sus etapas, que van desde la escritura de guiones, desarrollo de proyectos, apoyo de filmación de largometrajes o posproducción, ya sea a través del Imcine o de los fideicomisos federales. También se han apoyado algunas cintas como para su distribución y exhibición.

En la breve historia del Fidecine se han inscrito 87 proyectos y se han aprobado 44, lo que equivale a un 48.27% de aceptación. En el Foprocine, en 2004, que fue cuando lo robustecieron debidamente por primera vez vía presupuestal, se inscribieron 79 proyectos y se aprobaron 18 largometrajes.

La inversión estatal

La realización de ciento dos películas de largometraje en sólo cuatro años —y que de éstas 55 hayan sido filmadas con apoyo gubernamental— ha sido posible gracias a un esfuerzo extraordinario logrado entre algunos sectores del poder ejecutivo, la mayoría de los integrantes del poder legislativo y el intenso cabildeo de las organizaciones cinematográficas. Esta actitud ha posibilitado recibir una inversión estatal para la producción de 357.2 millones de apoyo, vía presupuestal del 2001 al 2004, y a lo poco que se entregó del peso en taquilla al Foprocine, además de los ingresos percibidos por clasificación y autorización del artículo 19 C fracción uno de la Ley Federal de Derechos entregados al Fidecine.

El apoyo estatal se logró a través de las siguientes medidas:

1. La promulgación del reglamento de la Ley de la Industria Cinematográfica en 2001, que el gobierno zedillista se negó a promulgar tal y como se lo ordenaba la Ley, por la oposición de Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Videograma (Canacine) y las empresas distribuidoras de la MPA, además de que se “sintió” por el contenido crítico de La ley de Herodes (Luis Estrada, 1999).
2. La creación del Fidecine en septiembre de 2001 y el presupuesto anual.
3. La asignación de una partida presupuestal para el Foprocine a partir de 2004.
4. El cobro del derecho de un peso por espectador a partir de 2003, mismo que fue impugnado por las distribuidoras transnacionales y abrogado injustamente por decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el mes de septiembre del 2004 bajo el amparo número 184/2004.
5. Los ingresos producto de lo que se cobra por la clasificación y autorización del artículo 19 C fracción uno de la Ley Federal de Derechos.

INVERSION ESTATAL
PRODUCCION CINEMATOGRAFICA DE LARGOMETRAJES
INSTITUCION.....2001....2002....2003....2004....2005
IMCINE................74........73.8.....60.6......60.0.....70.0
FOPROCINE......N. A.......N. A.....24.3.....108.3....85.0
FIDECINE...........70.........N. A......77.7......77.2.....92.0
TOTAL................144........73.8......180.6....245.5....247,0
Cifras en millones de pesos (1 US$: 10 pesos, aproximadamente)
N. A. Presupuesto no asignado.
Elaborado con datos del Instituto Mexicano de Cinematografía.

En el 2003 el poder legislativo decidió duplicar el presupuesto mediante el cobro de un peso por espectador. Desgraciadamente, la voluntad de todos los mexicanos que se manifiesta a través de los diputados ha sido superada y rechazada por las presiones del gran capital. Mediante la seducción y presión del dinero logró que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) dictara un amparo en contra del derecho de un peso por espectador, reconociéndoles interés jurídico a las distribuidoras. Empresas que sólo eran las encargadas de entregar el peso pagado por los espectadores a la Secretaría de Hacienda. La SCJN sigue pensando como en el siglo XIX. Amparó a las transnacionales contra el artículo ocho que prohibía el doblaje al español de cine extranjero con clasificación A, B y C, para «no discriminar a los adultos» y para que las cintas extranjeras compitan con las mexicanas «en igualdad de circunstancias en el idioma español». Ahora cancela el derecho de un peso por espectador por «inequitativo» y demás sandeces con las que justificaron tan aberrante medida, todas ellas rebatibles y cuestionables.

El nuevo estímulo a los proyectos de inversión es positivo, ya que permitirá a las grandes empresas invertir en el cine mexicano sin que les signifique una erogación especial. Esto permitirá atraer dinero fresco, pero cuidado: no se engañen, este beneficio será a largo plazo, ya que por las condiciones económicas por la que atraviesa el país, son pocas las compañías que generan grandes impuestos por la vía del ISR, además de que éste se baja año con año. Esto es, si una empresa quiere aportar tres millones para la producción de una película, ésta tendría que haber causado ISR por más de $105 millones de pesos y, para que esto sucediera, las ganancias de la empresa tendrían que superar los 333 millones anuales. ¿Cuántas empresas logran estos beneficios? ¿Quién conoce o tiene acceso a este tipo de empresarios?

En Brasil, un estímulo similar se promovió en la década de los noventa y les permitió recuperar su producción industrial de cero a más de cincuenta largometrajes anuales en unos cuantos años, pero tuvo que existir la voluntad presidencial que instruyó a la gran causahabiente Petrobras para canalizar parte de lo que paga en impuestos al cine. Aquí esto lo tendría que iniciar el ejecutivo para que Pemex realizara el mismo esfuerzo; falta ver si se tiene la voluntad política.
En México, dicho estímulo a la inversión lo habían venido promoviendo algunos miembros de la comunidad cinematográfica y lo concretó, en una iniciativa, el Instituto Mexicano de Cinematografía, quien lo gestionó en todas las instancias necesarias y lo presentó en la mesa de trabajo para «El fortalecimiento de la industria cinematográfica nacional» organizada por la Secretaría de Gobernación desde hace más de dos años. Curiosamente, hace unos meses el presidente de Canacine, Miguel Ángel Dávila, la hizo pública sin mencionar a los autores originales, lo que la hizo parecer como de su autoría y no de la comunidad que la impulso (SOGEM, STPC, DIRECTORES, AMPI, etc.).

A manera de conclusión

El cine mexicano está recuperando la ruta para volver por sus fueros industriales, pero todavía falta mucho por hacer para que sea nuevamente una industria sólida y poderosa. Si queremos ser una nación productora de bienes culturales cinematográficos que nos inserte en el concierto mundial de las naciones como creadores y no exclusivamente como consumidores de productos de otros países, hay que corregir y apuntalar lo siguiente:

1. En los últimos años, la producción de películas se ha incrementado gracias al arrojo de productores jóvenes, pero debido en gran parte a la mala distribución de los ingresos recaudados en la taquilla éstos se descapitalizan por las condiciones leoninas que les imponen los grandes distribuidores y exhibidores.
2. La inversión gubernamental ha ido en aumento, pero los recursos destinados están lejos de las necesidades del país.
3. El cine mexicano está compitiendo en desigualdad de condiciones contra las cintas de nuestros socios de los tratados comerciales, que vienen fuertemente subsidiadas y estimuladas.
4. La saturación de las pantallas con material de Estados Unidos está provocando que el material mexicano se explote tarde y en malas condiciones, lo que aumenta el costo financiero y provoca que se obtengan menores rendimientos en taquilla.
5. Cada día que pasa va creciendo el número de películas mexicanas que esperan fecha de salida en las salas de cine.
6. Las grandes empresas distribuidoras de la MPA, que operan en forma de cartel, imponen condiciones que deforman el libre juego de la oferta y la demanda, ahogando a los pequeños y medianos distribuidores y exhibidores, pero sobre todo, llevando a la bancarrota a los productores nacionales.
7. La empresa Televisa, a través de Videocine, aprovechando su condición privilegiada de duopolio, ha dejado de producir cine mexicano al tiempo que se apropia del cine producido por productores independientes en la distribución, ofreciendo poco dinero por los derechos por la transmisión en televisión.
8. El costo promedio para la producción para una película de calidad comercial es alto para las posibilidades del mercado nacional. Urge racionalizar los costos.
9. El costo promedio de las campañas de publicidad y propaganda es alto y urge reducirlo para racionalizar la explotación y la recuperación.
10. Las distribuidoras deben de reducir los porcentajes de administración por sus servicios a niveles razonables (6 al 12 %).
11. Las empresas exhibidoras deben de reducir su porcentaje de participación a niveles paritarios (50-50).
12. El poder ejecutivo, a través de la SHCP, debería de cumplir con los estímulos y apoyos establecidos en la Ley Federal de Cinematografía.
13. Urge reformar la Ley de Radio y Televisión para que entre el libre juego del mercado y existan más compradores para nuestro cine.
14. Urge reformar La Ley de la Televisión por Cable y Señal Restringida para obtener más espacios de transmisión y recuperación para el cine mexicano.

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