Fuera de los planes de apoyo comunitario (Media), todos los Estados europeos conceden ayudas públicas a la industria cinematográfica y audiovisual en nombre de la diversidad cultural. Las formas de apoyo son múltiples: el importe de las financiaciones, los sistemas de estímulo fiscal y la atribución de créditos públicos, variados. A estas ayudas nacionales se suman las ayudas subnacionales y supranacionales. Las fuentes de financiación son muy diversas: por ejemplo, en Alemania, en la comunidad francesa de Bélgica y en Francia, se gravan los ingresos de las ramas de la industria (cine, televisión, video); en Finlandia y en el Reino Unido, es la Lotería la financia estos fondos; en Alemania y Suecia son contribuciones voluntarias de las televisiones; en España, Italia, Turquía, los fondos proceden de los presupuesto nacionales.
Francia es el país en el que las ayudas nacionales son más importantes. Según el informe del Observatorio Europeo del Audiovisual, en 2002 representaban cerca de del 40% del total de ayudas disponibles en Europa. La base de esta política, el Centre National de la Cinématographie (CNC), administra la cuenta de apoyo financiero del Estado a la industria cinematográfica y a la industria de programas audiovisuales, así como las dotaciones otorgadas por el Ministerio de Cultura y Comunicación. El presupuesto de la cuenta de apoyo se alimenta, fundamentalmente, de la tasa sobre el volumen de negocios de los difusores televisuales y de la tasa sobre el precio de las butacas de cine. El saldo lo garantiza la tasa sobre los ingresos obtenidos por la comercialización de los videogramas y los reembolsos.
En el sector de cine, el CNC aporta las llamadas ayudas automáticas (basadas en el éxito de las películas) a la producción, a la distribución y a la exhibición, y un apoyo selectivo al conjunto del ramo. Las ayudas selectivas en el ámbito de la producción se refieren al anticipo sobre ingresos de taquilla (préstamos sin interés, reembolsable con los resultados de explotación de la película subvencionada o con el apoyo financiero automático, generado por la película); las ayudas a la escritura y al desarrollo de guiones; las ayudas a películas en lenguas extranjeras; la ayuda a las coproducciones internacionales; el apoyo a la producción de cortometrajes. A través de las ayudas selectivas a la distribución, el CNC pretende apoyar a las empresas independientes cuya actividad favorece la diversidad de la oferta cinematográfica en salas. Las ayudas selectivas a la exhibición en sala se conceden para fomentar la creación y modernización de las salas en zonas insuficientemente abastecidas. Especialmente en zonas rurales o en la periferia las grandes ciudades; para mantener las salas que exhiben una programación difícil frente a la competencia; para el positivado de copias suplementarias. La cooperación con las corporaciones territoriales, las acciones educativas mediante el cine y los medios audiovisuales, la gestión de la patrimonio cinematográfico y los archivos cinematográficos franceses completan estos mecanismos, por lo que se refiere al cine (CNC Info, 2003). En cuanto a la distribución, el monopolio de los blockbusters, ya sean franceses o norteamericanos, constituyen un problema. El 2003, no menos de 200 cineastas, entre los que figuraban Chantal Akerman, Bertrand Tavernier y Jean-Louis Comolli, seguían pidiendo que ninguna película, norteamericana o no, pudiese monopolizar más del 10% de las pantallas, o lo que es lo mismo, 528 de las 5280 con que cuenta Francia, con el fin que el “cine viva su diversidad”. La semana en que se publicaba esa solicitud en la prensa, cuatro películas (tres norteamericanas y una francesa) ocupaban ¡el 57.2% de las pantallas!. Por lo que respecta a los cortos y mediometrajes, no tenían prácticamente acceso a las salas ni a la televisión, y tenían que conformarse con los festivales.
Las ayudas a la industria de programas audiovisuales y a las industrias técnicas, al multimedia y el video, constituyen el otro aspecto de la política de la imagen. Pero las ayudas, indiscutiblemente, benefician más al cine (54%) que a la televisión (46%). Uno de los fallos de los dispositivos de excepción cultural, por lo que se refiere a los destinatarios del apoyo a la televisión, el laxismo que rodea la definición de “obra audiovisual” y que es el causante de que se atribuya a producciones que nada tienen que ver con “obras de la mente, modeladas por la visión original de uno o varios individuos”, tal y como formula el derecho de autor. Así es como “caen en las redes de la excepción cultural, tanto los sitcoms […] como los telefilmes inspirados en el patrimonio literario (la adaptación de obras de Balzac o de Maupassant, por ejemplo), o el espectáculo musical de Operación Triunfo, o los episodios de J’ai décidé de maigrir [He decidido adelgazar], o la emisiones religiosas, o todos los clips”[2]
Francia es el país en el que las ayudas nacionales son más importantes. Según el informe del Observatorio Europeo del Audiovisual, en 2002 representaban cerca de del 40% del total de ayudas disponibles en Europa. La base de esta política, el Centre National de la Cinématographie (CNC), administra la cuenta de apoyo financiero del Estado a la industria cinematográfica y a la industria de programas audiovisuales, así como las dotaciones otorgadas por el Ministerio de Cultura y Comunicación. El presupuesto de la cuenta de apoyo se alimenta, fundamentalmente, de la tasa sobre el volumen de negocios de los difusores televisuales y de la tasa sobre el precio de las butacas de cine. El saldo lo garantiza la tasa sobre los ingresos obtenidos por la comercialización de los videogramas y los reembolsos.
En el sector de cine, el CNC aporta las llamadas ayudas automáticas (basadas en el éxito de las películas) a la producción, a la distribución y a la exhibición, y un apoyo selectivo al conjunto del ramo. Las ayudas selectivas en el ámbito de la producción se refieren al anticipo sobre ingresos de taquilla (préstamos sin interés, reembolsable con los resultados de explotación de la película subvencionada o con el apoyo financiero automático, generado por la película); las ayudas a la escritura y al desarrollo de guiones; las ayudas a películas en lenguas extranjeras; la ayuda a las coproducciones internacionales; el apoyo a la producción de cortometrajes. A través de las ayudas selectivas a la distribución, el CNC pretende apoyar a las empresas independientes cuya actividad favorece la diversidad de la oferta cinematográfica en salas. Las ayudas selectivas a la exhibición en sala se conceden para fomentar la creación y modernización de las salas en zonas insuficientemente abastecidas. Especialmente en zonas rurales o en la periferia las grandes ciudades; para mantener las salas que exhiben una programación difícil frente a la competencia; para el positivado de copias suplementarias. La cooperación con las corporaciones territoriales, las acciones educativas mediante el cine y los medios audiovisuales, la gestión de la patrimonio cinematográfico y los archivos cinematográficos franceses completan estos mecanismos, por lo que se refiere al cine (CNC Info, 2003). En cuanto a la distribución, el monopolio de los blockbusters, ya sean franceses o norteamericanos, constituyen un problema. El 2003, no menos de 200 cineastas, entre los que figuraban Chantal Akerman, Bertrand Tavernier y Jean-Louis Comolli, seguían pidiendo que ninguna película, norteamericana o no, pudiese monopolizar más del 10% de las pantallas, o lo que es lo mismo, 528 de las 5280 con que cuenta Francia, con el fin que el “cine viva su diversidad”. La semana en que se publicaba esa solicitud en la prensa, cuatro películas (tres norteamericanas y una francesa) ocupaban ¡el 57.2% de las pantallas!. Por lo que respecta a los cortos y mediometrajes, no tenían prácticamente acceso a las salas ni a la televisión, y tenían que conformarse con los festivales.
Las ayudas a la industria de programas audiovisuales y a las industrias técnicas, al multimedia y el video, constituyen el otro aspecto de la política de la imagen. Pero las ayudas, indiscutiblemente, benefician más al cine (54%) que a la televisión (46%). Uno de los fallos de los dispositivos de excepción cultural, por lo que se refiere a los destinatarios del apoyo a la televisión, el laxismo que rodea la definición de “obra audiovisual” y que es el causante de que se atribuya a producciones que nada tienen que ver con “obras de la mente, modeladas por la visión original de uno o varios individuos”, tal y como formula el derecho de autor. Así es como “caen en las redes de la excepción cultural, tanto los sitcoms […] como los telefilmes inspirados en el patrimonio literario (la adaptación de obras de Balzac o de Maupassant, por ejemplo), o el espectáculo musical de Operación Triunfo, o los episodios de J’ai décidé de maigrir [He decidido adelgazar], o la emisiones religiosas, o todos los clips”[2]
1 comentario:
El gobierno francés nunca financiaría una película como Buried, una americanada en inglés, con actor americano, guionista americano, y aquí obtuvo financiación. Este es sólo un ejemplo de lo mal que se financian las películas en españa. Y tampoco se deberían premiar este tipo de ´producción. ¿No son los Goya para promocionar el cine español? Pues a partir de ahora que los productores españoles contraten guionistas americanos, estrellas americanas y todos al paro.
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