2 de mayo de 2010

Invitación a almorzar


Hola Pancho,

Hace un tiempo prometí no volverme a meter en las discusiones entre cineastas, no pisar el palito de responder acusaciones, convencido que todas estas discusiones me hacían daño, que hacían de mí un tipo agresivo que terminaba por herir a personas que no se merecían mis epítetos y hasta a amigos que me querían -y yo aún quiero-, simplemente por opinar distinto de mí; pero me es imposible quedarme con los brazos cruzados con tus ataques tan virulentos, tan demagogos, tan manipuladores y permitirte vilipendiar a alguien como Fabrizio que simplemente tuvo la honestidad de expresar su opinión y de paso a la APCP que simplemente tiene la inteligencia de no hacerte caso.

Pero yo soy burro y a pesar de todo lo contraproducente que me resulta responderte y que estoy rompiendo a mi palabra, no voy a dejar que te aproveches de la ingenuidad e ignorancia -así sean cuatro los gatos que te creen ciegamente- de los que te leen y que tú, sin ningún pudor, manipulas.

Tú hablas de que los de la APCP apoyamos “la ley de las majors” a pesar que sabes que eso es demagogia pura: ¿Qué cineasta -de Perú o de donde sea, hasta norteamericanos- en su sano juicio va a apoyar los objetivos de las majors (es decir a los cinco grandes productores de Hollywood)? Ninguno. Nadie. Ni aquí, ni en ninguna parte. Pero tú nos pones como si fuéramos meros peones de los fines de estas empresas simplemente porque no coincidimos contigo. Hay que ser idiota para creerte que nosotros coincidimos con los fines de ellos o que nos vendemos a ellos por unos cuantos mendrugos.

Tú hablas del proyecto Cabrera como la maravilla. ¿Pero quien está detrás del nombre de ese proyecto? Werner Cabrera, ¿de qué partido? del partido Humalista. Para mí Ollanta Humala no es de izquierda, ni nada semejante. Es un cachaco fachista, corrupto y peligrosísimo. Si él, para desgracia nuestra, alguna vez sube al poder, sería tan catastrófico para el Perú como el advenimiento de Hitler (que también se pretendía socialista, “nacional socialista”, igualito que tu amigo Humala y tu pata Werner Cabrera y sino, del lobo un pelo: ¿ya te olvidaste de las espectaculares banderas nazis que ondearon en Huancavelica cuando su hermano Antauro se apoderó de la ciudad y mató a unos pobres policías? Yo no): sería el fin de la democracia tal como la conocemos ahora y nuestro cachaco, en el mejor de los casos, se convertiría en un déspota como Chávez. Pero, por suerte para nosotros, a Humala no lo apoya nadie y, mucho menos en el actual congreso. Los proyectos de ley de los humanistas no trascienden. Ésta, por ejemplo, sería una buena razón de no apoyarte con tu ley Cabrera: no por utopista, ni tampoco por humalista, sino simplemente porque no conseguiría ningún apoyo: es apostar a perdedores. A dios gracias el partido Nacionalista en el congreso no cuenta.

La Ley -que tú desde ahora, para tu conveniencia, llamas Raffo-Luciana- (en vez de Peralta, el mismo congresista que hasta hace poquísimo era ejemplar: la denominas así porque Peralta, en cuanto se dio cuenta que era lo que buscaban ustedes, tú y Wiener; dio marcha atrás) preguntándote ¿porqué razón apoya la APCP? Te diré que no podría responder por ellos. Sólo por mí. No te lo puedo responder, sino desde mi propio punto de vista pues no se si los de mi gremio coinciden conmigo como tú tan fácilmente generalizas, adjudicándole a todos los que te convengan cualquier opinión personal que sirva para tus propios propósitos.

Yo la apoyo porque es el único proyecto de ley de cine en este momento que aún tiene alguna posibilidad de contar con algún consenso y si en esta legislatura no logramos que la aprueben será gracias a ti, por “dispararnos a los pies” para que ningún proyecto salga.

En cuanto a ti, como defensor de “utopías” tales como “la jornada de ocho horas”, etc. ; sólo te puedo decir una cosa. Yo no he trabajado en tantas películas como tú, pero sí en varias y no me acuerdo de ninguna en donde me haya sentido explotado, esclavizado ni que se hayan aprovechado de mí. Si me acuerdo de algunos cuantos momentos, contados con los dedos de la mano, en que los horarios de ocho horas no han sido respetados, pero siempre me pareció debido a razones totalmente comprensibles: porque había que terminar, sí o sí, con alguna determinada locación -o un protagonista que al día siguiente tenía que partir, etc.- para que el costo de la producción no se exceda innecesariamente con un día más de rodaje. Esta razón, cualquiera que alguna vez haya participado en una filmación, te lo comprenderá de inmediato porque a todos nos ha sucedido. Así es que a otro bobo con ese cuento. Sólo podrás engañar a los que nunca vieron una filmación ni de lejos. Yo de ti, las contadas veces que hemos trabajado juntos, de lo que más me acuerdo es de tus “siestas”. Con esto no estoy diciendo que hacías mal tu trabajo. Al contrario. Me pareces muy buen sonidista. Muy minucioso. Pero siempre admiré esa capacidad tuya de, entre toma y toma, poder dormir en cualquier momento y lugar que pudieras aprovechar. Por lo tanto no creo que nadie se haya aprovechado de ti haciéndote trabajar horas extras, “explotándote”. A otro perro con ese hueso.

Pero tú te atreves a afirmar que esa es la razón que “verdaderamente (nos) motiva a que los miembros de la APCP (para que) apoyen(mos) sin descaro alguno un proyecto tan entreguista y reaccionario como la ley Raffo-Luciana” .

¿Quién te va a creer Panchito, sino un pobre ingenuo, un ignorante del oficio, que lo que buscamos los cineastas es que los técnicos estén desprotegidos para así podernos aprovechar mejor (en tus propias palabras mejor diría, “abusar”) de ellos?

Una película es una creación colectiva. Imposible realizar una película sin el apoyo total de todos sus técnicos. Yo no se quien te habrá tratado tan mal, quien ha abusado de ti, que te has quedado tan resentido. Que yo sepa, nunca escuché una queja contra los directores para quienes trabajé como primer asistente de dirección (Pancho Lombardi, Chicho Durant y Nilo Pereira) acusándolos de “explotadores y/o de abusivos”. Todo lo contrario: no hubo nadie que no “se pusiera la camiseta” de la película. Todo el mundo dio -o trató de dar- lo mejor de si.

Tampoco he escuchado nunca ni de Fabrizio Aguilar, ni de Augusto Tamayo, ni de ningún realizador de mi gremio, una queja. Todo lo contrario: siempre han sido relatos de gratas experiencias, de anécdotas memorables y contigo, sobretodo, a menudo nos hemos reído de muchas de ellas. No entiendo entonces todo ese resentimiento gratuito. ¿Qué te pasó Panchito? ¿Qué te está envenenando el alma? ¿Por qué te ha venido de pronto tanta “mala leche”? ¿Qué te ha hecho Fabrizio, que te ha hecho la APCP, para que nos guardes tanto rencor? Yo, en todo caso, ya te pedí perdón públicamente que ahora te lo reitero. Perdóname si alguna vez, excedido por la pasión que le puse a mis argumentos, de algún modo te ofendí. Te lo digo con mi mayor sinceridad. La última vez que te vi fue ya hace varios años. Te invité a almorzar a mi casa, tú y yo, solos y, como siempre, nos reímos de infinidad de tonterías. Volvamos a repetir esa ocasión y ojalá nos podamos reír entonces de éstas que estamos viviendo ahora.

Un abrazo,

Rafael Zalvidea

1 comentario:

Anónimo dijo...

Comentarios elitistas, calificiones fuertes, visiones a futuro erroneas, es mejor morderse la lengua o empuñar los dedos antes de emitir comentarios futuristas, pero de sentimientos reales, el cine peruano cuenta con personas francas, eso es mas que bueno.