por Christian Wiener
El 14 de abril, la congresista aprista Luciana León publicó, una columna en el diario Correo con el sugerente título de “Democraticemos la cultura”
En la nota, la parlamentaria cuenta su experiencia como invitada al evento TEIA 2010, organizado por la Red Latinoamericana de Arte para la Transformación Social (RLATS) en la ciudad de Fortaleza en Brasil, y donde pudo constatar “la trascendencia nacional de los Puntos de Cultura, eje central de la relación Estado-ciudadanía”.
Y más adelante, luego de describir someramente la diversidad de acciones emprendidas por las 2500 organizaciones socioculturales brasileñas, que reciben apoyo del Estado, se lanza, entusiasta, a proclamar “¡DEMOCRATICEMOS LA CULTURA! Integremos nuestra nación a través de la valorización de su acervo cultural, promoviendo oportunidades de desarrollo por medio de nuevas capacidades, generando riqueza y afianzando la identidad nacional”.
Todo muy bien, todo muy lindo pero ¿qué se esta haciendo desde el gobierno, que ella integra como parte de la bancada oficial, para ese propósito? Porque echarle toda la culpa de los problemas culturales del país al Presidente de la Comisión de Educación y Cultura del Congreso, por no apurar los proyectos por ella presentados, como la Ley de Mecenazgo, o la creación del Ministerio de Cultura por el Ejecutivo; parece excesivo y más una cortina de humo apuntando a la paja en el ojo ajeno, para no ver la viga en el suyo propio. Porqué, podríamos preguntarle también ¿y qué hace al respecto el INC? ¿o el Ministerio de Educación? ¿por qué no se le da todo el dinero que le corresponde al CONACINE por ley?, ¿donde está el presupuesto para las escuelas de arte?; y un largo etcétera de vacíos y reclamos.
Y es que la política cultural no puede ser, ni es, sólo una suma de buenos deseos y voluntades, por más bien intencionadas que parezcan; es una forma como los estados comprenden y establecen su relación con la sociedad en su conjunto, y las orientaciones que definen esa relación, sea vía leyes y/o acciones concretas, para promover y salvaguardar sus diversas expresiones culturales, en todas las artes y expresiones, poniéndolas al alcance de las grandes mayorías.
Ese el motivo por el cual Brasil, así como muchos otros países de América Latina, invierten significamente en cultura, como parte de una política clara en el sector, y debido a eso hoy su PBI cultural representa el 8% de su economía. ¿Cuánto, en contraparte, invierte el Estado peruano en cultura? ¿y esta cuánto representa en nuestro PBI? Mejor ni preguntarlo….
Pero ya que estuvo de paso por el país de la samba, la parlamentaria también se hubiera documentado como se financia su cinematografía, y se habría enterado que no es sólo por la Ley de Mecenazgo o Rouanet, que tuvo que ser modificada para evitar la concentración de beneficios en unos cuantos, sino que paralelamente existe una Ley del Audiovisual, vigente desde el 2002, que obtiene fondos del impuestos a la importación de las copias de películas (que aquí en el Perú, como somos generosos con las grandes trasnacionales, ingresan gratis) así como a las copias en videos o DVD y la transmisión por cable. Además, han establecido la Cuota de Pantalla, es decir, que los cines y televisoras de Brasil están obligadas a reservar un espacio de su programación para exhibir cine brasileño, así reclamen y protesten las Majors de Hollywood. (El texto de la Ley lo puede descargar en: http://www.recam.org/_files/documents/l8685compilado_lei_do_audiovisual.pdf ).
De esta manera, posiblemente ya no siga apoyando tan entusiastamente como hasta ahora al proyecto de ley de cine de su colega Carlos Raffo, absolutamente impresentable en Brasil y cualquier otro país que se respete, y por el cual le otorgan el 6.6% del actual impuesto municipal a los exhibidores y distribuidores comerciales, a cambio de que ellos le cedan el 3.3% a los cineastas, de forma “voluntaria” y por un plazo de cinco años (proyecto de Ley Nº 3938). Ley al gusto y necesidades de las Majors, que dominan más del 90% de la cartelera como en casi todo el mundo. ¿Ese es el modelo cultural que quiere “democratizar” la congresista?.
Por el contrario, los cineastas peruanos apoyamos más bien la propuesta de ley de cine presentada por el congresista Werner Cabrera (proyecto de Ley Nº 3855), que plantea una promoción integral y efectiva del cine y la cultura peruana, acorde a otras legislaciones que sobre la materia existen en el continente. Y es que la democratización de la cultura empieza por casa, señorita congresista, logrando que más no sólo vean películas, sino películas peruanas, no como un favor sino como un derecho, porque es nuestro país, y nuestra cultura, identidad y soberanía lo que está en juego.
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