17 de diciembre de 2010

Aprobaron la ley de la (des)vergüenza

Saltándose groseramente a la Comisión de Educación y Cultura, y con escaso debate, en el que gran parte de los congresistas revelaban un notorio desconocimiento del proyecto en discusión y del tema del cine, la mayoría derechista del Congreso, conformada por apristas, Fujimoristas y de Unidad Nacional, aprobó ayer al carpetazo la llamada Ley de Cine de Carlos Raffo y Luciana León, a favor de las Majors.

Sólo los congresistas nacionalistas y Yonhy Lescano defendieron la necesidad de una verdadera ley de cine y no el mamotreto aprobado. Incluso Abugattás planteó muy claramente que si se quería de verdad apoyar a los cineastas y artistas nacionales, que se destinara el 10% del impuesto que se le retira a las municipalidades para el fondo del Conacine, y no como se plantea en el texto aproFujimorista, por el cual dos tercios de este impuesto serán para los distribuidores y exhibidores transnacionales.

La ley de “masificación” del cine aprobada es una vergüenza, rechazada por la gran mayoría de cineastas, técnicos y promotores culturales del país, y que beneficia principalmente al negocio del cine norteamericano, que domina el 90% de la cartelera nacional.

Es tan sólo un pequeño grupo vergonzante de cineastas agrupados en la APCP los que han dado su apoyo a este proyecto, entre ellos Francisco Lombardi, quien hace poco más de un año decía que le daba asco el congresista Carlos Raffo.

Con esto se completa el faenón cinematográfico a favor del cine de las Major, que además de no pagar impuestos por el ingreso de sus copias de películas, ahora gozarán de mayores fondos para dominar aún más el mercado nacional, relegando como siempre al cine nacional de sus pantallas. El fondo del 3.3% que se destinará a los cineastas será por un Convenio, voluntario y temporal, que los exhibidores y distribuidores aportarían “supervisados” por el Ministerio de Cultura (¿?). Es decir, nada garantiza que lo pagaran y mantendrán.

Y, como siempre, las regiones seguirán siendo postergadas, porque la legislación plantea que apenas el 3% del fondo sea destinado a ellas, lo que significa que seguirán a la cola de los fondos que administra Conacine.

En suma, una ley de la vergüenza, que deja al Perú a contracorriente de las otras cinematografías de la región, ninguna de las cuales se ha sometido de tal manera al poder transnacional para apoyar a su cine.

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