Haciendo un poco de números y cuentas sobre la Ley Raffo, esto es lo que obtendrían las empresas distribuidoras y exhibidoras de aprobarse la misma:
1.- Fondo PROCINE
Según cálculos de los propios distribuidores y exhibidores, el ingreso por boleto cinematográfico estimado para este año será alrededor de 180 millones de soles, lo que implica que el impuesto municipal al cine del 10% ascendería a fin de año más o menos a los 18 millones de soles (cerca de los 6 millones y medio de dólares).
De aplicarse la ley Raffo, que plantea la división en tercios de este porcentaje, la redistribución sería de aproximadamente 6 millones para CONACINE, Distribuidores y Exhibidores, respectivamente. En otras palabras, que las dos partes del negocio cinematográfico (porque la ley no puede regular la reparticipación privada) se quedaría con 12 millones de soles (algo así como 4 millones, 280 mil dólares) para incrementar sus ganancias anuales.
Pero ahí no acaba la cosa, porque en el mismo proyecto de ley se plantea que el 3.3% que se le cedería al CONACINE por Convenio “voluntario y temporal” (según la admitió Luciana León el otro día en el Congreso) “podrá ser deducido como gasto para fines tributarios” por las empresas exhibidoras y distribuidoras, ya que en la practica, como bien señala el dictamen del Dr. Jorge Bravo Cucci, dicho pago constituye una donación. Todo lo cual significa que estas empresas no perderían por este concepto, y gracias a la generosidad tributaria del Estado, se embolsicarían de manera directa e indirecta, los 18 millones de soles del impuesto municipal (¡¡provecho!!!)
Con la Ley Cabrera, en cambio, la repartición en dos partes implica que por un lado CONACINE y por el otro exhibidores y distribuidores recibirían, cada uno, nueve millones de soles adicionales, que en el caso de los segundos sería del descuento del impuesto. Y el pago para CONACINE será por una contribución parafiscal, un tributo de ejecución obligatoria e indefinida, y que no puede descontarse para fines impositivos. ¿Se entiende entonces porque a las Majors no le gusta esta ley?
2.- Fondo Antipirateria
Un segundo fondo que crea el proyecto de Ley Raffo es el denominado “Fondo Antipiratería”, que estará financiado por una contribución voluntaria de todos los distribuidores y exhibidores, que destinarán el 0.2% del precio de cada entrada, sin incluir IGV (más o menos 36,000 soles al año) y hasta por cinco años consecutivos.
Dicho Fondo será administrado por la Asociación Cruzada Antipiratería Perú, asociación civil integrada por UIP, Warner-Fox, Andes Films, Cineplanet, Cinemark y UVK; entre otros. Es decir, el gato del despensero, pues son las mismas empresas distribuidoras y exhibidoras con intereses concretos en el tema.
Adicionalmente, y por eso su inclusión en la Ley, esta autocontribución también “podrá ser deducida como gasto para fines tributarios”, lo que significa que el dinero para financiar sus actividades saldrá también del bolsillo de todos los peruanos.
En suma, es más que evidente y claro para quien quiera verlo y cotejarlo, quienes son los principales favorecidos con la ley de las Majors y sus patrocinadores, Carlos Raffo y Luciana León. No extraña por eso el auspicio e interés de los distribuidores y exhibidores comerciales para que se apruebe lo más rápido posible en el Congreso. Lo increíble es que haya colegas cineastas que se presten al juego mercantilista de estas poderosas empresas y sus lobbys mediáticos y políticos, por la promesa de un poco más de dinero inmediato, dejando de lado la lucha por una mejor y más justa ley a favor del cine nacional, donde seamos nosotros y no las trasnacionales los principales beneficiados. Juzguen ustedes.
1 comentario:
Cuando fui a ver La vigilia al Cineplanet Centro, la sala pequeña tenía un olor fuerte parecido al de los orines -no digo que era eso porque no estoy seguro-, y Paraíso tampoco se exhibió en las mejores condiciones en el Cineplanet de San Miguel. En ese mismo cine, Octubre se pasó por varios minutos fuera de foco. Si la ley Raffo se aprueba, provecho para los beneficiados. Pero luego, que no vengan a llorar.
Alonso Izaguirre
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